En tiempos de crisis, los ánimos se crispan y las discrepancias en el ámbito laboral se potencian. Cómo transformar la subjetividad en aliada para resolver las diferencias objetivas en la oficina.
A veces, a simple vista, los conflictos entre empleados, superiores, compañeros o colaboradores en el ámbito empresarial/laboral alcanzan tal escala que parecen no tener solución. Sin embargo, siempre hay espacio para la mediación. Ese recurso se entiende como la intervención de una persona -u organismo- que ayuda a resolver las diferencias entre dos o más partes.
15 pasos para una mediación exitosa
Un aspecto esencial a la hora de asumir el rol de mediador (o de buscar uno) es que debe primar un principio de imparcialidad de su parte, ya que cualquier favoritismo no permitirá arribar a un acuerdo lo más equilibrado posible para las partes en conflicto.
En términos generales, es necesario tener en cuenta:
- Todo parte de reconocer el conflicto. Si una parte lo percibe y la otra lo niega, es difícil poder encauzar una vía de solución. Es indispensable reconocer las causas profundas del problema.
- Las partes implicadas necesitan manifestar expresamente el deseo de resolverlo.
- Crear el espacio necesario para que se aborde el problema.
- Pedir ayuda, o bien, aceptar el rol de una persona como mediadora, y atenerse a las reglas de un proceso básico de mediación.
- Escuchar sin interrumpir: hablará cada parte a su vez.
- Evitar los supuestos: no dar nada por sentado, y enfocarse en preguntas que permitan resolver las cosas, no complicarlas más.
- Reformular lo que se dice para evitar que parezcan acusaciones: el marco mediador promueve el entendimiento. Entonces, si se prejuzga, es difícil poder arribar a un consenso. Por ejemplo, en vez de decir: “Tú te comprometiste a…”, conviene decir “Yo entendí que estabas comprometido a…”
- En cualquier mediación el juzgar e insultar quedan descartados.
- Los involucrados se comprometerán a no abandonar el lugar sin haber arribado a alguna solución concreta.
- Se mantendrá a rajatabla la confidencialidad de todo el proceso.
- Todos se comprometerán a generar el mayor número de soluciones del conflicto.
- Buscar soluciones intermedias en casos de conflictos de intereses (por ejemplo, cuando alguien debe hacer algo que le disgusta, pudiendo balancearse esa carga con sus otras obligaciones).
- Cuando aparecen conflictos de valores, preferencias sexuales o creencias, es difícil poder negociar y transigir. Habrá que ser especialmente creativos para ayudar a dirimirlos.
- Volcar por escrito las soluciones más equitativas según lo que decidan las parte; aquí es estratégica la ayuda del mediador, que podrá acompañarlos a encontrar los puntos en contacto, más allá de las diferencias.
- Poner en práctica las decisiones y observar su cumplimiento.
Desde luego, hay muchas situaciones en las que los procesos de mediación fallan por lo que no quedará otra alternativa que recurrir a las vías legales. Sin embargo, en una gran cantidad de conflictos sí es posible arribar a soluciones consensuadas, lo que servirá de base para ayudar a las partes en discordia, acercando posiciones y generando un marco diferente de entendimiento. Como en todo, la predisposición y la paciencia serán dos aliadas incondicionales.